Delirio Creativo: reflexiones sobre periodismo, inteligencia artificial y narrativa
Cuando inicié mi vida profesional, solo quería escribir, pero no sabía cómo lograrlo. Así llegué, más o menos indeciso, a uno de los dos principales periódicos de Saltillo. El periodismo se convirtió rápidamente en algo de lo que hasta hoy no me puedo separar. Primero fue un amor idealizado, después una relación tóxica, posteriormente una esperanza contra la entropía del mundo. Hoy no me entiendo a mí mismo sin el periodismo y, por consecuencia, tampoco entiendo el mundo sin este prisma.
Quince años después (diez de ellos trabajando en ese mismo lugar), creo que una de las cosas fundamentales para lograrlo es la disciplina. No el talento, no las casualidades, no la suerte. Lo sé. No es un hallazgo maravilloso en el sentido más común de la frase, pero sí iluminador de una forma más íntima.
Ahora, no soy tan disciplinado como me gustaría, ciertamente el talento no me habita, no creo en las casualidades y la suerte es un dios al que ya no le rezo. Pero aquí sigo, después de muchas vueltas, buscando un periodismo que me parezca congruente con el mundo y conmigo. Por supuesto, intentando construirlo de alguna forma; a veces más como alguien que pone una piedra y luego otra y luego otra hasta que la torre se derrumba y toca empezar otra vez.
Pero no quiero hacer de esto un largo y solemne discurso que no va a ninguna parte. Las decisiones que he tomado me colocan en un lugar tan bello como incierto.
Estoy al frente del área de innovación editorial de un medio de comunicación cuya fuente de ingresos principal sigue siendo el formato impreso, por lo que perseguimos el mismo santo grial que el resto de los diarios en nuestra situación: que el ingreso digital sea sostenible, que vaya en aumento, que las cuestiones estructurales de la industria mejoren.
En mi caso, toca hacerlo diseñando estrategias, buscando alternativas creativas a contenidos y procesos, diseñando productos editoriales especiales que no forman parte del flujo diario de nuestra operación o interviniendo la dinámica de los equipos de trabajo. A veces me piden cosas que no sé hacer, como inspirar a la gente o tomar decisiones que influyen en el rumbo de las cosas. En otras situaciones debo pensar más en la parte de negocio y cuidar los intereses del capital. Y, por supuesto, esas cosas agobiantes administrativas de las cuales ningún empleo está exento.
A decir verdad, hay ocasiones en las que me ahogo frente a la sensación de que estoy haciendo cualquier cosa menos periodismo, pero hacer una pausa y darme cuenta de que, al menos en mi caso, la decisión de que esa perspectiva cambie es más mía que del resto del mundo, me ayuda a recobrar la funcionalidad mainstream que esta sociedad demanda y, al mismo tiempo, inyectarme ideas esperanzadoras, ridículas, románticas y raras sobre el futuro del periodismo.
Son esas últimas las que me hacen seguir en este camino y estar seguro de que siempre valdrán el esfuerzo y las derrotas con tal de construir un periodismo que hoy no existe.
Parece que siempre me pongo cursi y melodramático. Quizá sí. Pero este artículo tampoco va de eso.
Decidí abrir este blog porque 2023 ha sido un año crucial en mi vida. De lo personal no hablaré aquí, pero en lo que respecta a lo laboral, me trajo una estabilidad que no sabía que necesitaba y, además, me permitió explorar algo que desde hace años solo había sentido un interés fugaz: la inteligencia artificial.
Ya fuera por ese coqueteo que he tenido con la tecnología desde que en mi infancia pedía electrodomésticos para abrirlos y saber cómo funcionaban, o por lo rápido que hoy se exige que las empresas implementen desarrollos digitales emergentes, la cosa es que este año he podido explorar con mayor placer y libertad una variedad amplia de software enfocado en lenguaje natural, imágenes generativas y automatización.
De eso estaré hablando en este espacio. De cómo el periodismo y las inteligencias artificiales me habitan y se mezclan y se pelean y se enamoran y se mueren y reviven y me conquistan y me hacen vomitar y quién sabe qué más.
No creo en las respuestas correctas, así que vengo aquí con más preguntas, dudas, corajes y esperanzas que respuestas o hallazgos deslumbrantes.
Este blog es un ejercicio dialéctico más bien egoísta donde declararé mis amores y odios editoriales. Porque al final, más allá de la tecnología, y las métricas y los algoritmos, sigo con la misma idea que al principio: solo quiero vivir de escribir. Mientras lo logro, disfrutaré este camino.
Este blog es un ejercicio dialéctico más bien egoísta, donde declararé mis amores y odios editoriales. Por ejemplo, mi encanto por las historias y el periodismo narrativo, mi fascinación por las ilustraciones e infografías, mi búsqueda terca y no razonable por llenar las portadas de periódicos con ficción y poesía, mi decepción por la falta de ensayos y crónicas en los medios de comunicación, mi enemistad con el SEO, lo nefasto que me parecen las notas duras aunque sean de alguna forma necesarias, lo aburrido que me parecen las noticias no solo porque haya pasado, sino porque no tienen un personaje conflictuado, y seguramente referencias de poesía y cultura pop en todo esto.
Vaya… al final de todo, más allá de la tecnología, las métricas y los algoritmos, sigo con la misma idea que al principio: solo quiero vivir de escribir. Y me importan más las buenas ideas, aunque estén mal efectuadas, que una perfección tecnológica en la estructura de los sitios de noticias.
Ese es el camino que espero recorrer aquí.
